domingo, 30 de septiembre de 2012

Presupuestos 2013

Traducción de Pressupostos 2013

Hace años hubo una película llamada Aeropuerto que fue precursora del género de desastres. Tuvo tres secuelas Aeropuerto 75, Aeropuerto 77 y Aeropuerto 79. Al poner el título de esta entrada, la asociación de ideas freudiana me jugado una mala pasada y he ido a parar a esta saga de desastres, donde se repetía el título, pero actualizando el año.

Y es que, si los Presupuestos 2012 fueron presentados como los más austeros de la democracia, estos parecen que les disputarán el título. Además, haciendo honor a su nombre, presuponen cosas. Entre ellas que el PIB bajará sólo un 0,5% y que se acabarán cumpliendo las perspectivas de déficit para este año. Ambas premisas parecen bastante improbables. En este contexto lo único que justifica el adjetivo de "realista" para estos presupuestos, es que incluye una partida para los gastos de la monarquía constitucional de la que disfrutamos.

El año que viene se tendrán que pagar 38.590 millones de euros por los intereses de la deuda pública. Y los presupuestos son deficitarios, o sea que al terminar el 2013 tendremos más deuda. Si el precio sigue subiendo, el pago de los intereses seguirá en aumento. El PIB se reducirá, con lo que el número de años que se tardará en devolver todo esto se va alejando más que acercarse.

Con toda esta situación, la solución siempre sigue siendo la misma: cuidar las fuentes del capital, no sea que se enfadaran y no nos dejasen más dinero. El retorno de todo ese dinero en un marco global de recesión es imposible. Como lo es en Portugal o, más dramáticamente, en Grecia.

Los compromisos adquiridos con la gente se pueden romper: la edad de jubilación se aleja y parece probable que las cotizaciones que hemos ido aportando hasta ahora no estarán disponibles cuando las necesitamos. Los empleados públicos dejan de recibir parte de su salario. Las condiciones de estabilidad laboral, que potenciaron durante años que las empresas dispusieran de una plantilla más fiel por la seguridad que tenían, han quedado dinamitadas. Las valoraciones que obligaban los bancos a pagar al solicitante de una hipoteca, se convierten en papel mojado cuando la dación en pago no es aceptada.

En cambio, los compromisos de pago de intereses son sagrados. Qué garantizamos con esto? Que nos dejen más dinero, pero a un interés cada vez mayor, porque las expectativas de que se devuelva son cada vez más lejanas y esto se traduce en una prima de riesgo más elevada. Al final, resulta que nos endeudamos más aún para pagar unos intereses que cada vez van en aumento.

La verdad es que yo no tengo mucha idea de economía, pero quizás nos saldría más a cuenta no dar más cuerda a los que nos la están poniendo alrededor del cuello. Un ejemplo: el estado deja dinero a un banco para que no cierre. Lo deja a un interés bajo y luego este banco ofrece más interés a sus clientes a base de comprar deuda pública a un precio mucho más alto. Le encuentrais un nombre a esto? Lo más bonito que se me ocurre es tomadura de pelo.

Si queremos romper este círculo hay que dejar de rodar sobre el mismo eje, el de la "confianza" de los mercados (ahora entiendo lo de que la confianza da asco). A continuación algunas propuestas:

1. Se habla de aumentar los impuestos a las grandes fortunas. En mi opinión no sería necesario ni eso: sólo que estas grandes fortunas se convirtieran en préstamos sin interés al estado, ya dispondríamos de dinero para empezar a remontar, sin el estrangulamiento de los intereses. Y los propietarios de estas fortunas? No perderían dinero, tan solo la oportunidad de hacerlo crecer especulando, como es posible que hagan ahora en muchos casos.

2. También se habla de poner impuestos a las plusvalías de las transacciones financieras. Yo impediría directamente estas plusvalías. Para mí los precios de las acciones deberían ser fijos. La gente que invirtiera en bolsa sólo tendría que sacar provecho de los repartos de dividendos que les proporcionaran los beneficios de las empresas en que participan. Si no deseais ser tan radicales, pongamos que el precio de venta de una acción no puede superar el precio de compra en más de un 0,01% por día de posesión de la acción. Así, en un año, lo máximo que se podría ganar sería un 3,65% con la compra-venta. Esto quitaría atractivo a la bolsa y bajaría el precio de los créditos, incluida la deuda pública.

3. Si no se rescata a las personas que pierden su trabajo o su casa, o que tienen que cerrar su empresa por la crisis, tampoco es lógico que se proteja el capital depositado en los bancos. En principio, los intereses son más altos cuando aumenta la posibilidad de que no se devuelva el préstamo. De hecho esta es la justificación de la prima de riesgo: cuanto más alto es, más interés se pide. Si la operación falla, hay que asumir el riesgo que se adquirió y perder el dinero que se prestó en su día. Como mínimo, no está justificado devolver los intereses que eran garantía del riesgo, si al final no se ha asumido.

Todas estas medidas nos sacarían probablemente del círculo de los elegidos. Quizás nos echarían del euro y nos tendríamos que reinventar, reduciendo nuestro tren de vida y volviendo a empezar desde cero. Seguramente nos associaríamos con otros países en una situación similar como Portugal o Grecia, formando el pelotón de los torpes.

Si seguimos por el camino actual, es posible que de aquí más tiempo partimos de muy bajo-cero, junto con el resto de sociedades más avanzadas, en las que las desigualdades se van profundizando, como denunciaban ayer unos 40.000 manifestantes en diferentes ciudades de Alemania. El gráfico publicado por La Vanguardia sobre la distribución de la riqueza entre la población de más de 17 años es muy elocuente:


Distribución del capital entre la población de más de 17 años

Todo este montaje es insostenible a nivel mundial. Cuanto más tardemos en cambiar las reglas del juego, más sufrimiento habrá para todos.

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