lunes, 3 de junio de 2013

El PP de Uruguay

Traducción de El PP de l'Uruguai

En Uruguay tienen un PP, pero en su caso es un Presidente Pobre: ​​Pepe Mújica. No sigo con demasiado detalle la política de ese país y supongo que debe tener detractores, está claro. Pero todas las veces que le he oído hablar, me ha cautivado. La última vez fue en una entrevista que le hicieron en TVE esta semana, con motivo de su visita a España.

Me gustan muchos aspectos de sus intervenciones: es entusiasta pero humilde. Expone lo que piensa pero no como un dogma. Pero sobre todo, sabe localizar lo esencial, valorar lo que es realmente importante, poniendo a las personas en primer lugar. En este sentido, habla de su manera de vivir no como un sacrificio que hace por unos ideales, sino como su manera de buscar la felicidad. Le da la vuelta a los argumentos de quienes lo presentan como un héroe, mostrándoles que es una opción egoísta, en el sentido de que es la más saludable para él mismo, la que le hace sentir mejor. Por tanto, está persiguiendo su propia felicidad al vivir de esta manera.

También encontré muy interesante su explicación de porqué plantea la legalización del aborto. La presentadora le preguntó cómo era que, siendo contrario al hecho de abortar, estaba tomando la decisión de legalizarlo. Su respuesta fue poner por delante las personas, en este caso las mujeres que deciden abortar, partiendo de la base de que ilegalizandolas no desaparecen, sino que se marginan. Plantea que la legalización, el reconocimiento de que el problema existe, es el medio de tratarlo, de dar el máximo apoyo posible a las que se encuentran en este trance e, incluso, de intentar cambiar su decisión, si se puede hacer algo para superar el problema que las ha llevado a tomarla.

A continuación, enumera también otros problemas, como la bebida, la prostitución, la marihuana, etc. En todos estos casos, propone poner sobre la mesa el problema para poderlo tratar, en lugar de negarlo y combatirlo, pensando en cómo ayudar a la gente que lo está pasando mal, en lugar de criminalizarlos y hacerlos caer en la marginalidad.

Me encantaría ver más a menudo en los dirigentes que tenemos por aquí, esta capacidad de poner a las personas por delante de las ideologías, de adaptar las leyes a las realidades, en lugar de suponer que, por el mero hecho de promulgarlas, el problema queda resuelto y desaparece.