viernes, 30 de marzo de 2012

Razones para no seguir una huelga (o excusas de mal huelgador)

Traducción de Raons per no fer una vaga (o excuses de mal vagador)

Hoy publico la traducción de lo que escribí el día de la huelga del 29 de marzo de 2012.

Esta huelga no la he seguido. No ha sido una decisión que haya tenido clara y, de hecho, en el momento de convocarse pensaba hacerla. Durante estos últimos días he leído muchas razones para hacer la huelga, todas ellas centradas en la reforma laboral (quizás si se hubieran centrado más en los recortes hubiese visto más claro hacerla). Razones en contra he oído quizás menos, y seguro que el abanico ha sido más escaso. A continuación expondré las mías.

La primera duda surgió al ver que últimamente estoy trabajando más horas de las estipuladas y que, al fin y al cabo, el tiempo de huelga ya lo habría compensado. La respuesta es clara: no hagas más horas de la cuenta. Pero hay trabajos en los que, para bien o para mal, tienes un cierto compromiso con lo que haces y con quién te lo pide, ya sea jefe o cliente. La verdad, no me veía terminando justo un día más tarde alguna de las tareas que hago y diciendo que había sido por la huelga. Así las cosas, pienso que a la empresa donde trabajo, un día mío de huelga no le supone un prejuicio, sino un ahorro. Evidentemente, una huelga indefinida o una serie de huelgas continuadas, sí le podría afectar.

Abstraigámonos, pues, del ámbito de la propia empresa. Es una huelga general convocada para expresar la disconformidad con una reforma laboral con la que realmente no estoy de acuerdo. La única manera que tengo en estos momentos de expresar mi disconformidad es unirme a las movilizaciones que haya. De hecho, este fue el motivo principal por el que hice la huelga del 29 de septiembre, contra la reforma que había hecho el PSOE. Pero aquella reforma la había hecho un partido supuestamente "de izquierdas". La gente que los había votado no se esperaba aquello. De hecho, contradecía muchas de las decisiones que habían ido tomando ellos mismos. En cambio, ahora, la reforma es más exagerada, pero la ha hecho quien siempre ha propugnado este tipo de política, y que resulta que "hemos elegido" entre todos hace cuatro días, como aquel que dice. ¿Qué esperábamos? ¿Alguien de los que les votó pensaba que fortalecerían los derechos sociales y mitigarían los recortes? Digamos que no me apetecía volver a poner dinero de mi bolsillo para expresar mi opinión a unas personas que ya saben que no pienso como ellos.

Otro tema es la efectividad de la huelga. La convocatoria de los sindicatos mayoritarios propugna un "pacto social". La reforma a la que nos enfrentamos tiene tal serie de despropósitos que, aunque en saques unos cuantos, seguirá siendo igual de efectiva a la hora de abaratar el despido y rebajar la protección social. Es posible que el gobierno se siente a negociar con los sindicatos. Es posible que, al igual que ocurrió con las pensiones, se rebajen algunas de las medidas, pero las que queden serán suficientes para que las condiciones que hemos estado teniendo hasta hace poco tiempo, parezcan propias de un cuento de hadas.

Y es aquí, en el cuento de hadas, donde comienza otro hilo que me ha hecho pensar estos días que quizá somos demasiado hipócritas. Y es que la reforma laboral que nos han impuesto, y que "nos convierte en esclavos", no deja de ser aún mucho más que un cuento de hadas para las condiciones laborales de muchos de los países en los que se producen los bienes que tenemos a nuestra disposición a un precio irrisorio. ¿Nos hemos parado a pensar lo que nos costaría un coche, una tele, un móvil, la ropa, los muebles y tantas otras cosas de las que compramos, si se produjeran enteramente en un país donde las condiciones laborales fueran las nuestras? No tengo cifras de todo esto, pero es posible que sean más aterradoras aún de lo que imagino, lo que todos nos imaginamos. ¿Por qué, pues, si estamos dispuestos a comprar artículos a estos precios, no queremos de ninguna manera que nos apliquen las condiciones de quienes los producen? ¿Hemos hecho alguna vez huelga por los derechos de estas personas? ¿Estamos dispuestos a pagar más y, por tanto, a prescindir de mucho de lo que tenemos, para que toda esta gente tenga unas condiciones como es debido?

Hace tiempo leí una entrevista a Joan Melé que es un "banquero ético". Estaba en la contra de La Vanguardia (leedla aquí, si queréis) y me sorprendió un comentario sobre los participantes del movimiento del 15-M, a los que cuestionaba que hubieran aparecido cuando nos han tocado a nosotros, sabiendo que hace mucho tiempo que hay gente muy pobre en el mundo. Sé que es una simplificación, y que habrá gente en este movimiento que ya hace tiempo que lucha por eliminar injusticias, aquí y en el resto del mundo. Pero la verdad es que, si queremos para nosotros los derechos sociales que hemos tenido hasta estas últimas reformas, también los deberíamos pedirlos para la gente del resto de países y estar dispuestos a aceptar las consecuencias.

Y es que, a la mínima que nos paramos a pensar, nos damos cuenta que no podemos extender nuestro estatus actual a todo el mundo porque, sencillamente, no hay recursos suficientes para todos. Y quizás tendremos que empezar a compartir un poco más, tanto la riqueza, como el trabajo, como muchos de los recursos que desperdiciamos: comida, agua, energía, etc.; empezar a valorar lo que tenemos y no darlo todo por hecho.

No lo sé. Quizás la bola se me ha ido un poco más lejos de la cuenta. Quizás todas estas reflexiones están fuera de lugar en un día como hoy. Quizás son realmente excusas de un mal huelgador.