domingo, 9 de febrero de 2014

Asco

Traducción de Fàstic

Albert Pla seguramente se expresaría de manera más rotunda. Yo me conformaré con decir que me da asco tener la nacionalidad española. Es el mismo asco que me da tener la ciudadanía de la Unión Europea, y el que me dará si un día tengo la de un estado catalán que tome medidas para impedir la libre circulación de las personas. Lo que pasó en octubre en Lampedusa fue muy grave y hubo muchas muertes. Fue un accidente provocado por las condiciones lamentables en las que viajan estas personas por culpa de la prohibición de entrar. Es peor lo que ha pasado en Ceuta esta semana o las mutilaciones que sufren los que intentan entrar, causadas por las concertinas instaladas en la valla. En estos casos se aplica violencia sobre personas que quieren sobrevivir a una situación de hambre, a la inviabilidad de su subsistencia. En Lampedusa cayeron los que intentaban escalar las murallas del castillo de los ricos. En Ceuta se ha tirado aceite hirviendo desde las almenas.

Yo quiero tener una nacionalidad que implique la pertenencia a una tierra, a una nación, no que la tierra y la nación nos pertenezcan a los que compartimos esta nacionalidad. Especialmente nosotros, vivimos en una tierra de paso donde siempre se han mezclado culturas. El momento actual no es una excepción, más bien la mezcla se ha acentuado. El argumento de los que defienden las leyes para restringir la inmigración es que no hay recursos para mantener a todos los que querrían venir. Este argumento sería sólo insolidario si nuestros países ricos fueron capaces de autoabastecerse. Pero no es así: nuestros países ricos lo son por el expolio de los países de donde provienen estas personas que no dejamos entrar. Se trata, pues, de un robo. Además, cuando les concedemos la gracia de que se queden a vivir entre nosotros, no les dejamos participar en las decisiones. Puede votar alguien que vive desde hace 30 años en la otra punta del mundo. Puede votar el que evade sus impuestos a paraísos fiscales, pero no quién está dando el callo cada día, faenando en la tierra en la que todos convivimos, pero que no compartimos con él o ella, porque nació en otra parte.

Un buen antídoto contra el asco que puede provocar el hecho de tener una nacionalidad es el 8 punto del manifiesto del Procés constiutent:

8 - Derechos de ciudadanía para todos, no a la xenofobia y derogación de la legislación de extranjería.

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