miércoles, 5 de marzo de 2014

¿Hay que repartir la riqueza?

Traducción de Cal repartir la riquesa?

Aunque siempre se ha hablado de ello, con la llegada de la crisis la necesidad de repartir la riqueza es más apremiante. Lo que quiero plantear aquí es si realmente repartir la riqueza es un buen objetivo. Veamos qué hay detrás de esta frase. A mí se me ocurren dos tipos de riqueza: la material y la inmaterial. La riqueza inmaterial incluye conceptos como el conocimiento, la sabiduría o una personalidad equilibrada que nos ayude a vivir en paz con nosotros mismos y con el entorno. Esta riqueza la podemos compartir o esparcir o ensanchar pero no repartir, porque cuando le traspasamos nuestro conocimiento a alguien, nosotros no lo perdemos. Al contrario, es muy posible que sus conocimientos complementen nuestros y nos acabemos enriqueciendo mutuamente. Tampoco repartimos alegría o esperanza, sino que la extendemos, la irradiamos cuando nosotros la sentimos. Y el hecho de esparcirla nos la retroalimenta. No, este tipo de riqueza no hay que repartirla porque la podemos hacer crecer tanto como queramos.

Así pues, cuando hablamos de repartir la riqueza nos referimos a la material, a la abundancia de bienes y cosas valiosas. Esta riqueza está basada en la competencia por la posesión de estos bienes, ya que, si yo dispongo de ellos, los niego al resto, y los pierdo si los traspaso. Esta riqueza, a diferencia de la inmaterial, sí tiene límites y no la podemos hacer crecer indefinidamente. Y sus dos componentes perversos, la abundancia y la posesión, hacen que nos veamos empujados a acumular posesiones por encima de lo que realmente necesitamos. Sin esta acumulación excesiva no somos ricos o, al menos, no materialmente.

Por tanto, el concepto de riqueza material asume que tenemos el derecho de poseer, de reservarnos el uso de determinados recursos y negarselos a otros. Además, esta propiedad la ejercemos no sólo sobre lo que necesitamos para subsistir, sino también sobre bienes que realmente no necesitamos. Partimos de la base de que la Tierra y sus recursos nos pertenecen y, por tanto, podemos derrocharlos o hacer con ellos lo que queramos, porque los poseemos. Y esto se traduce en que los bancos pueden poseer pisos vacíos mientras hay gente que los necesita y no pueden disponer de ellos. O en que la tierra donde vivimos nos pertenece y podemos hacer lo que sea necesario para impedir que otras personas vengan a vivir a ella ("Tenemos el derecho y el deber de controlar nuestras fronteras" JFD dixit). Y así podríamos seguir con una larga enumeración de despilfarros hechos bajo el paraguas de este derecho sin límites a la propiedad.

Pero la posesión tiene el lado oscuro de la pérdida: las riquezas llevan asociadas el miedo a perderlas y la necesidad de defenderlas. Crean una dependencia hacia ellas que nos hace terminar siendo sus esclavos. Es un curioso círculo en el que creemos que la Tierra y sus recursos nos pertenecen pero, a la vez, nosotros acabamos perteneciente a este mismo concepto de propiedad sin el cual quedamos excluidos del sistema. Es por ello que creo que lo que necesitamos no es repartir la riqueza material, sino abolirla.

Estoy de acuerdo en que hoy en día estamos en el sistema en que estamos y que en él hay mucha gente sufriendo. Estoy de acuerdo en que este sistema es a nivel mundial y que es muy difícil mantenerse al margen. Por lo tanto, hoy en día tenemos que luchar para repartir la riqueza y para evitar que el acumulen unos pocos. Tan solo creo que es importante que, mientras la repartimos, seamos conscientes de que realmente no nos pertenece, que sólo es un préstamo.

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